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lunes, diciembre 23, 2024

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Cuando la campaña presidencial en Estados Unidos dura una eternidad

Nueve meses en política es mucho tiempo, pero para una campaña presidencial en Estados Unidos es una eternidad. Y la población ya se está hartando del duelo entre Donald Trump y Joe Biden.

Si alguien tenía dudas de que la carrera hasta el 5 de noviembre sería diferente a cualquier otra, ha dejado de tenerlas el jueves. 

Primero, un devastador informe de un fiscal especial, en un caso de documentos confidenciales, resaltó la mala memoria del demócrata, de 81 años. 

Después vino un discurso del presidente Biden que convocó a la prensa para decir: «Soy un hombre anciano y sé lo que estoy haciendo». Y también aclaró «mi memoria es buena».

Normalmente la lucha se intensifica en el verano boreal, tras la designación oficial de los candidatos del partido republicano y del demócrata.

– Hartazgo –

Pero estas elecciones no son la norma.

Primero, porque se sabe quiénes son los candidatos casi desde el comienzo. 

Ni el presidente demócrata ni el magnate republicano de 77 años tienen rivales que les hagan realmente sombra en las primarias. 

Segundo, porque es un duelo entre el actual presidente y su predecesor, el cual además se niega a reconocer su derrota en los comicios de 2020.

Y, por último, porque este ida y vuelta ya está agotando al electorado.

Una encuesta de la universidad de Massachusetts publicada el 5 de febrero reveló que el 53% de los encuestados preferiría que Trump no fuera el candidato, y el 57% dice otro tanto de Biden. 

Y eso que ambos están convencidos de que son la mejor opción y es poco probable que se retiren, salvo por causas mayores, como de salud.

– Deslices –

Y aquí entra de nuevo en juego la edad de los candidatos. 

Todas las encuestas muestran que en este tema los votantes están más preocupados por Biden que por Trump.

Las confusiones del demócrata se miran con lupa, mientras que las de su oponente se pasan más por alto.

Biden «debe demostrar a los votantes que tiene la fuerza y las capacidades cognitivas necesarias, y la única manera sería ponerse en situaciones espontáneas, en las que lo vean reflexionar y responder preguntas en tiempo real», opina Robert Rowland, profesor de comunicación política en la Universidad de Kansas. 

El problema es que suele cometer los errores cuando improvisa. Sobre todo se confunde con los nombres de líderes extranjeros o tartamudea. 

Por el contrario, si se protege, por ejemplo negándose a conceder la tradicional entrevista del domingo anterior al Super Bowl, la final del campeonato de fútbol americano, esto alimentaría las sospechas.

Sus seguidores confían no obstante en que el tiempo juegue a su favor. Creen que para noviembre los estadounidenses comprenderán mejor la buena salud económica y la «pesadilla» que sería un nuevo mandato de Trump, según la palabra que suele usar el presidente.

– Calendario judicial –

El profesor Rowland lo compara con la campaña de reelección de Ronald Reagan en 1984, que comenzó mal. Pero el exactor logró atribuirse el mérito de una buena situación económica y ser reelegido.

Excepto que «Reagan tenía un don para resucitar el sueño americano que Biden no tiene», añade. 

Quien dice campaña interminable, también dice buscar relevos para repartir el esfuerzo. 

Del lado demócrata, Biden puede movilizar a la próxima generación, como algunos gobernadores dinámicos como Gavin Newsom o Gretchen Whitmer, e incluso a Barack Obama, con un carisma innegable.

Trump confiará probablemente en sí mismo y su mensaje. 

El republicano se presenta como un hombre providencial, el único capaz de salvar a Estados Unidos de la «decadencia» y de proteger a la clase trabajadora contra los enemigos que él mismo designa, es decir, los migrantes y las «élites».

En su contra tiene el calendario judicial, con varios procesos abiertos, incluidos cuatro penales. 

Si alguno de estos procesos resulta en una condena, las cosas podrían cambiar. 

Una encuesta reciente divulgada por la NBC sitúa al republicano por delante de Biden en intención de voto (47% frente a 42%). 

Pero a la pregunta de por quién votarían si Trump fuera condenado, el resultado es el inverso: 45% por el actual presidente, 43% por su predecesor.

© Agence France-Presse

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