Una reciente investigación ha dejado al descubierto los riesgos asociados al consumo de aceite de cocina recalentado.
Según el estudio, el recalentamiento del aceite no solo reduce sus antioxidantes, sino que también aumenta la presencia de sustancias nocivas como la acrilamida, las grasas trans y los peróxidos. Dichos cambios en la composición del aceite repercuten negativamente en la red de comunicación entre el hígado, el intestino y el cerebro, se explica en un comunicado de prensa.
Kathiresan Shanmugam, profesor asociado de la Universidad Central de Tamil Nadu, en Thiruvarur (India), explica que «freír a altas temperaturas se ha relacionado con varios trastornos metabólicos, pero no se han realizado investigaciones a largo plazo sobre la influencia del consumo de aceite frito y sus efectos perjudiciales para la salud».
«Que sepamos, somos los primeros en informar de que el consumo prolongado de aceite frito aumenta la neurodegeneración en la descendencia de primera generación», añade.