Los israelíes celebraron este lunes la Pascua judía, la fiesta de Pésaj, una de las más importantes del calendario hebreo, marcada por la ausencia de 129 rehenes cautivos en Gaza desde hace más de seis meses.
Esta fiesta judía, que conmemora la liberación del pueblo hebreo de la esclavitud del antiguo Egipto, dura una semana, durante la cual las familias se reúnen en torno a comidas rituales y comparten historias bíblicas.
El lunes es el primer día, que conmemora la liberación de Egipto. Se prepara por la noche el Séder («orden» en hebreo), una comida ritual. Se lee la Hagadá, un texto milenario que narra el Éxodo y el anhelo de los judíos por alcanzar la Tierra Prometida.
Este año, muchas familias dejaron una silla vacía, símbolo de la esperanza de ver regresar a los rehenes secuestrados por el grupo islamista palestino Hamás en su ataque del 7 de octubre.
Ese ataque, el más sangriento desde la creación de Estado de Israel en 1948, causó 1.170 muertos, la mayoría civiles, según un balance de AFP a partir de datos oficiales.
Además, más de 250 personas fueron secuestradas aquel día, de las cuales un centenar fueron liberadas durante una tregua a finales de noviembre. Entre las personas aún cautivas, 34 habrían muerto, según Israel.
El lunes por la mañana, los judíos israelíes ultimaban los preparativos: realizar las compras, limpiar meticulosamente sus casas y, sobre todo, la cocina, donde debe desaparecer todo rastro de levadura. El pan con levadura está prohibido durante la Pascua.
Rachel Goldberg-Polin, cuyo hijo Hersh está cautivo en Gaza, afirmó que el menú de Pascua tendrá este año el sabor del luto y la espera.
– «¿Cómo podemos celebrar una fiesta?» –
El ejército israelí está movilizado en varios frentes desde el 7 de octubre, en la Franja de Gaza y en la frontera con Líbano. Las tensiones con Irán también están al rojo vivo.
Durante el Séder también estuvieron vacías las sillas de numerosos militares, entre ellos los que están movilizados en las operaciones aéreas y terrestres en Gaza, que han dejado más de 34.000 muertos, según el Ministerio de Salud del estrecho territorio palestino.
Nadie sabe cuándo volverán los rehenes ni cuántos serán.
«Todo está en punto muerto. Nadie sabe cómo avanzar, ni de nuestro lado ni del lado de Hamás», afirmó Gershon Baskin, un activista israelí que media en la liberación de rehenes. «Somos rehenes de nuestro Gobierno y de Hamás», dijo.
Mai Albini, cuyo abuelo Chaim fue secuestrado el 7 de octubre, no celebró la Pascua este año. «¿Cómo podemos celebrar una fiesta estando así?», se preguntó.
Cientos de personas trasladaron su descontento a la calle, quemando una simbólica mesa de séder ante la casa del primer ministro, Benjamin Netanyahu.
«No quiere recuperar a los rehenes porque no quiere que termine la guerra o irá a la cárcel», declaró Guy Ben Dror, un manifestante en la ciudad costera de Cesarea.
– «Muy dura» –
Para David Stav, director de la organización rabínica Tzohar esta Pascua «es muy dura». «Durante la noche más tradicional del Séder, es costumbre mencionar lo que falta y lo que es difícil, y no ignorarlo», explica.
El Foro de Familiares de Rehenes y Desaparecidos publicó una edición especial de la Hagadá que «incorpora nuevas esperanzas y mensajes» con aportes de familiares de rehenes.
La Pascua también será particular este año para unos 120.000 israelíes exiliados en su propio país, que huyeron de los combates entre el ejército israelí, Hamás y el movimiento libanés Hezbolá. Muchas ciudades fronterizas del norte y el sur son ahora pueblos fantasma.
Los habitantes evacuados del kibutz Beeri, uno de los más golpeados el 7 de octubre, celebrarán un Séder en una plaza de Tel Aviv, donde se organizan desde hace meses manifestaciones para exigir la liberación de los rehenes.
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