El vicepresidente estadounidense, JD Vance, llegó el miércoles a la frontera sur de su país con México, en la visita gubernamental de más alto perfil a esta región desde que Donald Trump volvió al poder con una ofensiva contra la migración.
«El presidente dijo que no necesitábamos nuevas leyes para asegurar la frontera. Necesitábamos un nuevo presidente y gracias a Dios lo tenemos», dijo Vance durante una reunión de trabajo donde participó el secretario de Defensa, Pete Hegseth, quien la semana pasada ordenó el envío de 3.000 soldados a la frontera.
«He escuchado de varias personas con las que he hablado en la Patrulla Fronteriza que todo lo que necesitábamos hacer era empoderar a estos muchachos para que hicieran su trabajo», comentó Vance en la reunión, donde también estuvieron presentes el gobernador de Texas, Greg Abbott, y la Directora de Inteligencia Nacional, Tulsi Gabbard.
El vicepresidente explicó que pudo observar desde el aire una porción del muro fronterizo en la zona, cuya construcción se impulsó durante el primer gobierno de Trump y que fue continuada luego por el gobernador Abbott, su aliado.
«Eso detuvo el flujo de una manera importante», agregó, y contó que los cruces fronterizos en el área se habían reducido de 1.500 por día a 30.
Vance visitó la ciudad de Eagle Pass, un importante punto de cruce de frontera que hace más de un año fue militarizado por el gobernador. Se esperaba además que hiciera un recorrido por un centro de detención de migrantes.
La Oficina de Aduanas y Protección Fronteriza de Estados Unidos (CBP) informó que en enero hubo 61.465 interceptaciones. En aquel reporte, detalló que del 21 al 31 de enero de 2025, el número de detenciones de la Patrulla Fronteriza a lo largo de la frontera suroeste disminuyó un 85% respecto del mismo período en 2024.
Aunque en los últimos seis meses del mandato de Biden, la cifra ya había disminuido considerablemente debido a la imposición de restricciones y a los controles del lado mexicano.
– Ofensiva radical –
La visita de Vance se produce un día después de un discurso del presidente Trump ante el Congreso en el que arremetió contra lo que llamó la política de «fronteras abiertas» del expresidente Joe Biden.
Trump se congratuló por sus primeras seis semanas en el cargo y por iniciar lo que definió como «la ofensiva fronteriza y de inmigración más radical en la historia estadounidense», que redujo los cruces fronterizos ilegales, según dijo, al nivel más bajo de la historia.
«Los medios y nuestros amigos del Partido Demócrata seguían diciendo que necesitábamos una nueva legislación, que debíamos tener una legislación para asegurar la frontera. Pero resultó que todo lo que necesitábamos era un nuevo presidente», sostuvo.
Trump acusó a su antecesor, el demócrata Biden, de «abrir» las fronteras y permitir que «inmigrantes ilegales llegaran para abrumar nuestras escuelas, hospitales y comunidades en todo el país».
Dijo que pueblos enteros como Aurora en Colorado y Springfield en Ohio «se hundieron bajo el peso de la ocupación migrante» como nadie había visto antes. «Hermosos pueblos destruidos», agregó.
En el período previo a las elecciones presidenciales, Trump afirmó que Aurora había sido tomada por bandas criminales de inmigrantes, después de que un video viral mostrara a hombres armados irrumpiendo en un apartamento.
Persistió en esta afirmación incluso después de que el alcalde republicano de la ciudad lo rechazara, diciendo que el video mostraba un incidente aislado que estaba relacionado con un propietario ausente, no una presencia ilegal generalizada.
En Springfield, Trump afirmó en la televisión nacional que los migrantes haitianos se estaban «comiendo a los gatos y perros».
La afirmación fue ampliamente desacreditada, incluso por funcionarios locales que dijeron que no había ninguna evidencia de ello.
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