Más de 370 millones de niñas y jóvenes -1 de cada 8- han sido violadas o agredidas sexualmente antes de los 18 años, denunció este jueves Unicef, que alerta de las «consecuencias devastadoras» para las víctimas y pide una acción «urgente mundial» para combatir este delito.
Si se incluyen las formas de violencia sexual «sin contacto», como los abusos verbales o en línea, el número de menores y mujeres afectadas se eleva a 650 millones en todo el mundo, -1 de cada 5-, dice la organización de defensa de la infancia.
Las adolescentes de entre 14 y 17 años son las más afectadas, según esta primera estimación mundial publicada en víspera del Día Internacional de la Niña.
Aunque las experiencias de las niñas y jóvenes mujeres están mejor documentadas, los abusos afectan también a los niños.
Se calcula que entre 240 y 310 millones de niños y hombres –aproximadamente 1 de cada 11– han sufrido violaciones o abusos sexuales durante la infancia.
«La violencia sexual contra la infancia es una mancha en nuestra conciencia colectiva», dice la directora general de Unicef, Catherine Russell.
«Inflige traumas profundos y duraderos, a menudo causados por personas que los niños y niñas conocen y en quienes confían, y en lugares donde deberían sentirse seguros», agrega Russell en un comunicado.
Ningún país ni región se libra. El mayor número de víctimas se registra en África Subsahariana, con 79 millones de afectadas. Le siguen Asia Oriental y Suroriental, con 75 millones y Asia Central y Meridional con 73 millones.
Europa y América del Norte registra 68 millones de afectadas, América Latina y el Caribe, 45 millones, Norte de África y Asia Occidental, 29 millones, y Oceanía, 6 millones.
En entornos frágiles, en particular entre los desplazados por las crisis políticas y de seguridad, las niñas corren un riesgo aún mayor: la incidencia de violaciones y abusos sexuales se sitúa ligeramente por encima de 1 de cada 4.
«Estamos asistiendo a horribles actos de violencia sexual en zonas de conflicto, donde la violación y la violencia de género se utilizan a menudo como armas de guerra», dice Russell.
Los estudios muestran además que menores que sufren violencia sexual son más proclives a padecer abusos repetidos y corren mayor riesgo de caer en las drogas, el aislamiento social o trastornos mentales como la ansiedad y la depresión, además de encontrar dificultades para forjar relaciones sanas.
No revelar los abusos agrava sus consecuencias, dice la organización.
Unicef alerta de la «urgente necesidad de intensificar la acción mundial para combatir la violencia sexual contra la infancia, que incluya medidas como cambiar las normas sociales y culturales, dotar a los menores de informaciones precisas que los capacite para reconocer este tipo de violencia.
Asimismo, es preciso garantizar que las víctimas tengan acceso a servicios que promuevan la justicia y la sanación y se refuerce el entramado legal para protegerlas.
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