Medianoche en la Ciudad del Vaticano. Cientos de personas se suman a las largas filas para poder despedirse del papa Francisco, un trance que de madrugada se vuelve «más íntimo», «algo surrealista».
El féretro del pontífice argentino se cerrará el viernes por la noche para su viaje final, por lo que fieles y turistas aprovechan las últimas horas de capilla ardiente para decir adiós cuando la mayoría en Roma duerme.
«La noche es también el momento más íntimo, por la noche el Señor siempre se manifiesta», dice a la AFP Nicoletta Tomassetti, italiana de 60 años que acude junto a su marido Ivano Tiberio. «Fue muy emocionante, en la oración le pedí al papa algunas cosas y sé que me las concederá».
El Vaticano dijo que más de 128.000 personas visitaron el velatorio entre las 9H00 GMT del miércoles, cuando comenzó, hasta las 6H00 GMT del viernes.
– «Ni hambre ni sed» –
«¿Esta es la fila para entrar?», preguntan los últimos en llegar a los voluntarios de protección civil que, dentro del caos, intentan organizar dos filas desde la Via della Conciliazione.
La plaza de San Pedro está acordonada, trabajadores preparan las estructuras para la misa funeral y su adiós final.
Con mucha paciencia y algunos con bebidas energéticas, la marea humana avanza lentamente hacia los controles de seguridad bajo la monumental columnata de San Pedro para acceder a la plaza.
Hablan del trabajo o de la familia, otros del papa Francisco y del cónclave que elegirá a su sucesor, pocos oran… El ambiente es de agitación ante el momento histórico que están viviendo.
«Hemos viajado horas y horas, pero no sentimos cansancio ni hambre ni sed. Todo eso es la emoción de estar en un lugar como éste, viviendo este momento», asegura fray Wando, un monje capuchino brasileño de 40 años.
– «¡No foto, no video!» –
Julio Valencia, un mexicano de 28 años, viajó a Roma junto a su madre y sus tres hermanas para la canonización de Carlo Acutis, el primer santo milenial, que fue suspendida.
Entre la muchedumbre que avanza, son los únicos a los que se les escucha rezar el rosario. «Estábamos cenando» poco después de llegar a Italia, «y dijimos pues de una vez vamos», explica el joven.
El silencio irrumpe cuando la multitud entra a la iglesia más grande del mundo a través de la Puerta Santa, abierta excepcionalmente en 2025 con motivo del Jubileo.
La fila recorre poco a poco la imponente nave central de la iluminada basílica, bajo la atenta mirada de las esculturas de papas y santos que la adornan. Muchos no pueden resistirse a tomar fotos.
«¡Guarden los celulares!», «¡No foto, no video!», gritan los empleados vaticanos cuando fieles y turistas se disponen a ver fugazmente el ataúd donde yace Francisco, escoltado por cuatro guardias suizos y el baldaquino de Bernini.
– «Lo sentí frío» –
La peruana Delia Saravia aprovecha que el viernes es feriado en Roma, donde vive desde hace 18 años, para despedirse del papa junto a sus dos hijos y dos sobrinos menores. «Ellos son los que han querido venir», asegura la mujer de 42 años pasadas ya las dos de la madrugada.
¿Y qué le han dicho tras ver el féretro? «Piensan que no es el papa, porque está muy chupado, muy ‘sequito'», sonríe.
«Lo sentí frío», coincide Valencia. «Pero como lo vi mucho en la tele, pues me acordé de los buenos momentos».
«Francisco representa disrupción», añade. «Muchos de los cambios que hizo en la Iglesia me parecieron muy buenos».
Lina Moro, una argentina de 45 años, intenta posicionarse desde varios metros antes en el mejor sitio de la fila para poder ver a su difunto compatriota.
Cuando pasa ante él, se santigua sin poder detenerse. «Fue muy emocionante, muy emotivo. De noche, aún más», confiesa. Para fray Wando, incluso «algo surrealista».
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