Risas, cánticos y algarabía inundaron varias calles de Ciudad de México, donde decenas de miles de simpatizantes del oficialismo de izquierda ofrecieron «un pedacito de amor» a la nueva presidenta Claudia Sheinbaum y despidieron al popular Andrés Manuel López Obrador.
«El día de hoy le dedicamos un pedacito de amor a ellos», dijo emocionada a la AFP Liliana Sosa.
La dentista de 37 años madrugó para llegar desde el vecino municipio de Chalco, marcado por la pobreza y la criminalidad.
«Es muy emocionante verla, saber que ella va a seguir los pasos del presidente y confiamos en que ella lo va a hacer bien», añadió la dentista al exterior de la sede del Congreso.
Desde el mediodía, cuando en la sede del Congreso se realizaba la juramentación, una multitud ya abarrotaba ya el Zócalo (plaza central), donde resonó el clamor: «!Presidenta, presidenta!».
«Es histórico», se emociona María Díaz López, de 77 años, que recuerda la matanza de los estudiantes el 2 de octubre de 1968.
«Hoy es la consagración del movimiento de izquierda que nació con esta masacre», puntualiza, asegurando que participó en la marcha de aquel día.
– Bastón de mando –
Por la tarde, tras celebrar un almuerzo con dignatarios invitados al traspaso de poder, Sheinbaum salió al Zócalo a saludar a la multitud y participar en una ceremonia prehispánica, en la que recibió una limpia con hierbas y el humo del incienso y el copal.
«Hermanita Claudia, te recibimos con amor, con alegría con gusto. Tú eres la voz de las que no tuvimos voz por mucho tiempo», le dijo una mujer indígena antes de invocar a las deidades para que le den «iluminación y sabiduría» a la presidenta.
En seguida, Sheinbaum recibió el llamado «bastón de mando», que representa el poder político y espiritual de los pueblos originarios.
«¡Es un honor, estar con Claudia hoy!», coreó ante Sheinbaum la multitud en una nueva edición de la proclama dedicada a AMLO, el exmandatario que se va con una popularidad que ronda 70%.
El marrón oscuro, el color del partido Morena fundado hace una década por López Obrador, resaltaba entre la multitud reunida en el Zócalo.
Se veían también pancartas con la leyenda «¡Gracias!», emulando el título del último libro del presidente, y una enorme imagen de Sheinbaum elaborada por artesanos.
López Obrador, de 70 años, prometió irse a retirar a «La Chingada», el rancho que tiene en Chiapas (sur).
– Valiente –
Otros miles desafiaron la fría mañana para saludar el paso de la comitiva hacia el Congreso de la nueva mandataria, de 62 años.
A muchos «Amlovers», como se conoce a los fieles del oficialismo, no les importó lanzarse en un agotador trayecto para llegar hasta la capital con la ilusión de despedirse del ahora expresidente y saludar a su aliada y pupila.
«Para mí es una mujer muy valiente, muy preparada», comentó a la AFP Estela López Hernández tras un viaje de 12 horas desde Puerto Escondido, en Oaxaca (sur).
Desde la comunidad indígena de Santa María Chilchotla, también en Oaxaca, llegó un grupo de pobladores deseosos de mostrar la diversidad cultural los pueblos originarios.
«Que sigue apoyando a la cultura oaxaqueña y a los estados que siguen preservando su costumbres y su lengua», comentó Irving Germain Morales, un músico de 31 años que viste las coloridas ropas de la cultura mazateca.
En su gobierno, López Obrador puso en marcha ambiciosas obras públicas, como el turístico Tren Maya y una refinería, buscando sacar del rezago a estados del sur y sureste del país.
En medio de la algarabía hubo algunos brotes de inconformidad encabezados por unos cientos de trabajadores del poder judicial que protestaron contra una polémica reforma al sector para que jueces y magistrados sean electos por voto popular, modelo único en el mundo.
«¡Represores!», gritó una nutrida columna de manifestantes cuyo camino fue detenido por vallas metálicas de la policía en las cercanías del Congreso.
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