Del lado estadounidense, militares colocan alambres de púas al faraónico muro fronterizo; enfrente, soldados mexicanos levantaron un campamento al filo de una montaña. El objetivo en ambos casos es el mismo: cerrar cualquier rendija a la migración irregular.
La presencia militar en esta frontera de 3.100 km fue reforzada tras el regreso al poder de Donald Trump, quien declaró esa zona en «emergencia» y presionó para que México desplegara 10.000 soldados adicionales.
Esos esfuerzos parecen estar rindiendo frutos, según cifras de la Oficina de Aduanas y Protección Fronteriza de Estados Unidos (CBP), que reportó 65% menos interceptaciones de migrantes en enero, frente a igual mes de 2024.
«Si antes eran cien cruces diarios, ahora no son más de cinco. Ayer no hubo», dice a la AFP un oficial de la Guardia Nacional mexicana durante un patrullaje por el Nido de las Águilas, empobrecido sector montañoso serpenteado por la valla metálica, como gran parte de la ciudad de Tijuana.
La fuente, que habló bajo condición de anonimato, atribuye estos resultados a la «coordinación» entre CBP y la Guardia mexicana, incluido un chat de WhatsApp en el que ambas fuerzas comparten datos, fotos y videos de sus operativos.
Para México es vital contener la migración y el tráfico de fentanilo hacia Estados Unidos, las dos cuestiones que esgrime Trump para justificar el arancel de 25% a las exportaciones de ese país y Canadá, sus socios en el tratado comercial T-MEC.
Pero la ofensiva contra los migrantes, que incluye la deportación de personas que llegaron a Estados Unidos huyendo de la pobreza, la violencia y gobiernos autoritarios, no fue suficiente para evitar que el impuesto entrara en vigor esta semana.
Peor aún, Trump declaró la «guerra» a los cárteles del narcotráfico, a los que considera «terroristas», y cuya persecución intensificó la presidenta mexicana, Claudia Sheinbaum.

Militares estadounidenses soldan el muro fronterizo en el punto del Nido de las Aguilas, Tijuana, México, el 5 de marzo de 2025.
– Campamentos –
Armados con fusiles mexicanos FX Xiuhcoatl, miembros de la Guardia suben y bajan en camionetas las inclinadas pendientes del Nido de las Águilas, conocido cruce de migrantes y coyotes (traficantes).
Del otro lado de una enorme montaña, hacia el oeste, está la ciudad estadounidense de San Diego, la tierra prometida para muchos, a unas 15 horas de caminata.
Desde el 20 de febrero, unos treinta soldados tienen su propia base pegada al muro marrón, en una helada colina circundada por casas precarias, caminos de tierra, gallineros y basura.
Son tres tiendas de campaña blancas con servicios básicos, que se suman a otro campamento levantado como parte del despliegue militar ordenado por Sheinbaum.
En total en Baja California -donde está Tijuana- hay siete de estos destacamentos.
«Era un cruce importante por el corte del muro», explicó el oficial de la Guardia, al recordar que en una de las cumbres del Nido de las Águilas no hay valla, la tapia que Trump insiste en ampliar tras una modesta extensión durante su primer mandato (2017-2021).
Pese a la mayor presencia militar, algunos migrantes se arriesgan a pasar, como una pareja de paquistaníes interceptados el pasado 26 de febrero con un niño en brazos.
Fueron entregados a la autoridad migratoria mexicana, luego de que la Guardia pidió a CBP verificar si los adultos tenían antecedentes criminales.
«Del muro pa’cá, son de nosotros; del muro pa’llá, son de ellos», comenta el oficial, pendiente de que sus subalternos filmen los sobrevuelos de helicópteros de CBP para difundirlos en el chat.
Uno de ellos pegó en su casco un parche de la CBP, gesto habitual entre fuerzas del orden que canjean emblemas como símbolo de amistad.

Miembros de la Guardia Nacional mexicana revisan los vehículos que cruzan de México a Estados Unidos en el puesto de San Ysidro, Tijuana, México, el 4 de marzo de 2025.
– Contrastes –
Del lado estadounidense, militares empujan cuesta arriba un gran rollo de alambre de púas, con el que refuerzan la seguridad de los altísimos barrotes.
Uno de los uniformados observa con binoculares algo que llama su atención en territorio mexicano, mientras uno de sus compañeros toma fotos con un celular.
La valla marca un contraste notable: en el Nido de las Águilas, caminos empolvados y desechos; del flanco estadounidense, un tramo asfaltado y camiones modernos transportando material.
Guardias y marines, sin embargo, resultan indiferentes a un vecino del lugar que da forma a sus sueños con un cincel: «estamos construyendo una casita. Poco a poco, ahí vamos».
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