MÉXICO.- Tuvieron que pasar más de 50 años para que cinco familias pudieran recuperar los cuerpos de sus seres queridos que fueron fusilados y sepultados en fosas clandestinas por el Ejército en lo alto de la sierra de Ajuchitlán del Progreso.
Este viernes, la Fiscalía General del Estado de Guerrero (FGE) entregó los cuerpos de José Isabel Rojas Bernardino, Apolonio Hernández Bernardino, Gervacio Bernardino Durán, Bartolo Rojas Nazario y Pablo Rojas Terán, que tenía 14 años cuando fue asesinado al salir a buscar a su papá Francisco Rojas Nazario.
La desaparición forzada y ejecución extrajudicial ocurrió en tres momentos. El 19 de diciembre de 1967 en la localidad de Los Espadines; el 20 de julio de 1971 en Las Desdichas y el 19 de noviembre de 1974 en Las Juntas.
Gloria Rojas Terán llegó al Semefo de Chilpancingo con un manojo de flores amarillas y blancas, algunas ya marchitas por la larga espera a causa de los trámites.
“Traigo flores para recibir a mi hermanito”, dijo. Gloria tenía 10 años cuando, la mañana del 19 de diciembre de 1967, soldados del Ejército irrumpieron en Los Espadines, un asentamiento de 10 viviendas, y empezaron a disparar a mansalva.
La imagen la tiene presente como si no hubiesen transcurrido ya 57 años.
“Llegaron los militares como a las 6 (de la mañana) y a Pablito lo mataron como eso de las 7:30. Disparaban sobre la familia, a mi mama le dieron, a mi papa y mi hermano.
“Le dieron primero a don Gervacio y mi tío Bartolo, a don Eduviges. Fue como a las 9 que los mataron, trataron de salir, pero no lo lograron, estaba rodeada la cuadrilla de federales”, relató.
Además, los militares saquearon las viviendas. La casa de la familia de Gloria tenía una pequeña tienda, los pocos abarrotes se los llevaron y lo demás lo regaron.
“Se robaron todo lo que teníamos, éramos pocos los habitantes de Los Espadines, apenas se estaban formando la cuadrilla, había como 10 casas y una escuela donde otro de mis hermanos daba clases porque se había recibido de maestro.
“Nosotros los levantamos (a los cuerpos), escarbamos para echarlos en la fosa común. Otros fueron llevados y ejecutados fuera del pueblo”.
Claudio Rojas Bernardino tenía 4 años cuando vivió aquella pesadilla.
Aún recuerda cuando le dijeron que habían matado a su papá Bartolo Rojas Nazario.
“Poco recuerdo exactamente, dijeron ‘¡mataron a tu papá!’.