Tuscarawas, Ohio.- Una tragedia sacudió al condado de Tuscarawas, Ohio, luego de que una mujer de 40 años fuera arrestada por presuntamente causar la muerte de su hijo menor en el lago Atwood, en un acto que, según las autoridades, estuvo motivado por creencias religiosas.
Ruth Miller, madre de cuatro hijos y miembro de la comunidad Amish, fue ingresada en un hospital para recibir atención psiquiátrica tras el incidente ocurrido el pasado 23 de agosto. Una semana después, fue dada de alta y trasladada directamente a la cárcel del condado, donde enfrenta cargos graves: dos por asesinato agravado, dos por violencia doméstica y uno por poner en peligro a menores.
De acuerdo con el reporte del sheriff local, Miller habría arrojado a su hijo de cuatro años al lago, afirmando que “Dios se lo pidió”. El hecho ocurrió mientras conducía un carrito de golf acompañada por sus tres hijos mayores, quienes lograron salir del agua por sus propios medios. La búsqueda del menor, Vincen Miller, se extendió hasta que buzos localizaron su cuerpo en el fondo del lago, cerca de un muelle.
Las investigaciones revelaron que tanto Ruth como su esposo, Marcus Miller, estaban profundamente involucrados en prácticas religiosas intensas. Testimonios indican que ambos creían estar recibiendo mensajes divinos, lo que los llevó a lanzarse al agua como muestra de fe. Marcus también fue hallado sin vida en el lago la mañana siguiente.
Durante los interrogatorios, Ruth Miller habría confesado haber arrojado intencionalmente a su hijo al agua, y también habría instado a sus hijos mayores a saltar al lago como parte de un ritual espiritual. Los tres sobrevivientes fueron entregados a familiares, mientras que las autoridades descartaron la participación directa del padre en la muerte del menor.
La acusada comparecerá ante el Tribunal Municipal de New Philadelphia el viernes 5 de septiembre a las 9:00 a.m. para una audiencia de fianza y una audiencia preliminar.
De ser hallada culpable de homicidio agravado, Ruth Miller podría enfrentar cadena perpetua con posibilidad de libertad condicional tras 20 años, o una sentencia máxima sin derecho a libertad condicional.
Este caso ha generado conmoción en la comunidad local y plantea interrogantes sobre los límites entre la fe, la salud mental y la responsabilidad penal.