TENNESSEE, — Byron Black, de 69 años, fue ejecutado este martes con una inyección letal en Estados Unidos. El hombre, condenado por asesinar a su novia y a las dos hijas de ella en 1988, experimentó un sufrimiento considerable mientras se le administraba el fármaco.
Según informes de los medios locales, Black pronunció sus últimas palabras a un consejero espiritual que lo acompañaba: «Me duele muchísimo». Esto ocurrió a las 10:33 a. m., aproximadamente 10 minutos antes de su fallecimiento. Los testigos presenciales de la ejecución también mencionaron que se le vio mirando alrededor de la habitación, suspirando y respirando con dificultad.
La ejecución estuvo rodeada de polémica legal. Los abogados defensores de Black habían solicitado sin éxito a los tribunales que se desconectara el desfibrilador cardioversor implantable del condenado. Argumentaban que, de no hacerlo, la interacción del dispositivo con los fármacos de la inyección podría causar una «muerte tortuosa» por electrocución. No obstante, un juez falló a favor del estado de Tennessee y ordenó que la ejecución se llevara a cabo sin apagar el dispositivo.
Black fue sentenciado a muerte por el asesinato de su novia, Angela Clay, de 29 años, y las hijas de ella, Latoya y Lakeisha Clay, en un ataque de celos. En el momento del crimen, Black se encontraba en libertad condicional por un incidente anterior en el que le disparó al esposo de Clay.
Durante años, el equipo legal de Black intentó conseguir una nueva audiencia para determinar si tenía una discapacidad intelectual que lo hiciera inelegible para la pena de muerte. Argumentaban que padecía de demencia, daño cerebral, insuficiencia cardíaca y renal, y que necesitaba una silla de ruedas. El fiscal de distrito de Nashville, Glenn Funk, incluso apoyó la moción en 2022, basándose en una ley estatal de 2021.