Un impactante caso conmocionó a la comunidad de Mississippi cuando Carly Gregg, de 15 años, fue condenada a cadena perpetua por el asesinato a sangre fría de su madre, Ashley Smylie. La joven también recibió una condena adicional de 10 años por manipulación de pruebas.
El crimen tuvo lugar el pasado 19 de marzo. Según las pruebas presentadas en el juicio, Gregg entró al dormitorio de su madre y le disparó tres veces en la cabeza. Posteriormente, envió un mensaje de texto a su padrastro, Heath Smylie, haciéndose pasar por su madre, para atraerlo a la casa. Al llegar, Smylie fue atacado por Gregg, quien le disparó pero solo lo rozó en el hombro.
Un plan premeditado
La investigación reveló un plan cuidadosamente elaborado. Gregg había invitado a una amiga a ver el cuerpo de su madre, mostrándole el arma homicida y detallando el crimen con una frialdad escalofriante. Además, se descubrió que la adolescente había estado preocupada porque su madre había encontrado evidencias de que fumaba marihuana.
Salud mental en debate
La defensa de Gregg argumentó que la joven sufría problemas de salud mental, específicamente trastorno bipolar II, y que en el momento del crimen había experimentado una crisis. Sin embargo, un psiquiatra forense determinó que Gregg era consciente de sus acciones y conocía la diferencia entre el bien y el mal.
Una sentencia polémica
La sentencia de cadena perpetua ha generado un intenso debate sobre la justicia juvenil y la salud mental. Mientras algunos consideran que la pena es justa dada la gravedad del crimen, otros cuestionan si una adolescente con problemas mentales debería ser condenada a pasar el resto de su vida en prisión.