Un caso ocurrido en el pueblo de Nederland, en Colorado, ha causado revuelo a nivel internacional llegando a ocupar titulares en los medios de comunicación de todo el mundo. Y es que durante más de 30 años un hombre mantuvo congelado el cadáver de su abuelo como un experimento de criónica.
Bredo Morstøl, conocido cariñosamente como “Abuelo Bredo”, fue congelado en 1989 por su nieto Trygve Bauge, en un cobertizo equipado con hielo seco, donde el cuerpo permaneció encapsulado en una caja metálica. Inicialmente, los restos humanos del hombre pasaron aproximadamente cuatro años sumergidos en nitrógeno líquido. Pero posteriormente, Buage construyó su propia instalación de criónica en Nederland.
En entrevista para Popular Mechanics, el biólogo estructural británico-americano, Venki Ramakrishnan, explicó que “tan pronto como una persona muere, sus células comienzan a sufrir una serie de cambios” que complican el proceso de conservación. Asimismo, advirtió que la congelación “causa deterioro tisular porque el agua se expande al congelarse y destruye la estructura a su alrededor”.
“El frío hubiese prevenido el crecimiento de bacterias y ralentizado la descomposición como lo hace una nevera de morgue-explicó Ramakrishnan a PM– pero no detiene completamente el proceso de descomposición”, agregó el biólogo que recibió el premio Nobel de Química en 2009.
Ramakrishnan aclaró por último que «es probable que el abuelo Bredo tuviera mucho daño celular y orgánico en ese momento, aunque no fuera evidente desde el exterior».
En 1994, el nieto de Bredo fue deportado de Estados Unidos y la ciudad de Nederland ordenó la remoción del cuerpo. Sin embargo, un grupo de residentes se unieron al proyecto de Bauge y el experimento siguió unos años más.
Alcor, una empresa de criónica con sede en Scottsdale, Arizona, se involucró en el experimento y coordinó un traslado discreto del abuelo Bredo al Stanley Hotel en Estes Park, en Colorado. “Aunque parecía un circo completo, decidimos que era una oportunidad rara para avanzar en el campo”, dijo James Arrowood, presidente de la organización.