La demócrata Kamala Harris se enfrenta al republicano Donald Trump desde una posición centrista, apostando por dar a los votantes indecisos una opción moderada sobre los temas que más les preocupan.
Desde que en julio sustituyó a Joe Biden en la carrera por la Casa Blanca, la vicepresidenta y candidata demócrata se ha distanciado de algunas posiciones progresistas adoptadas durante las primarias de su partido en 2019.
«Ahora está mucho más cerca del centroizquierda», constata el profesor de comunicación política de la universidad de Kansas Robert Rowland, quien estima que la demócrata de 59 años «parece mucho más cómoda ahora para explicar sus ideas».
En un Estados Unidos muy dividido y a falta de un mes para unas elecciones que se anuncian extremadamente reñidas, la vicepresidenta considera que la victoria pasa por el centro, por movilizar a los votantes indecisos de los estados clave, conocidos como bisagra o pendulares porque se inclinan por uno u otro partido en función de los candidatos.
Por eso evita hacer promesas al electorado más a la izquierda.
Ya no promete, por ejemplo, prohibir la fracturación hidráulica, aunque en el pasado se opuso a este método de extracción de hidrocarburos muy contaminante.
– Goldman Sachs y armas –
La exsenadora por California también asegura que endurecerá la política migratoria. Cita análisis de Goldman Sachs para promover su programa económico y presume de tener el apoyo del exvicepresidente Dick Cheney, dos nombres que irritan a los demócratas más progresistas.
Al mismo tiempo defiende el derecho al aborto, recuerda con orgullo haber sido una de las primeras políticas en casar a parejas del mismo sexo cuando era magistrada en San Francisco y quiere subir los impuestos a las grandes fortunas.
Desde que comenzó la campaña, Harris ha evitado hablar de la pena de muerte, cuya abolición lleva tiempo pidiendo.
Su enfoque sobre las armas de fuego, un tema políticamente explosivo en Estados Unidos, habla por sí solo. La exfiscal ha prometido prohibir los rifles semiautomáticos y llevar a cabo controles más estrictos de los antecedentes para comprar armas de fuego.
Pero no pierde ocasión de decir que ella misma posee un arma.
En el plató de la estrella de la televisión estadounidense Oprah Winfrey llegó a declarar entre risas: «Si alguien irrumpe en mi casa, recibirá un disparo».
Trump la llama «veleta» y repite en todos sus mítines que, a pesar de su posicionamiento actual, la «camarada Kamala» sigue siendo una «marxista» implacable.
Harris, que nunca ha sido una figura del ala izquierda del Partido Demócrata, insiste en que sus «valores» no han cambiado.
– «Columna vertebral» –
La candidata evita recurrir a los insultos y en el debate del 10 de septiembre supo sacar partido de la conocida susceptibilidad de su adversario.
La demócrata de 59 años lleva a cabo una campaña extremadamente disciplinada, con discursos muy ensayados, desplazamientos estratégicos y entrevistas con interlocutores afines.
No le entusiasma participar en programas de televisión ya que los partidarios de Trump disfrutan mofándose de sus comentarios, a veces abstrusos.
«Debe tener cuidado de no ser percibida como alguien que no tiene una bases sólidas», señala Melissa DeRosa, una estratega demócrata.
«Estar en contra de Donald Trump no es suficiente», advierte, y le aconseja acercarse más a los votantes con propuestas muy concretas.
«Menos celebridades, más sindicalistas y mujeres de los suburbios residenciales», reclama, en referencia a la participación de Kamala Harris en el programa de la estrella de la televisión Oprah Winfrey, durante el cual la cantante Jennifer Lopez y la actriz Julia Roberts intervinieron a través de una pantalla.
Rowland duda de que las acusaciones de inconstancia perjudiquen a la vicepresidenta porque también se aplican a Trump y a J. D. Vance, candidato republicano a la vicepresidencia.
El expresidente es conocido por cambiar de opinión a menudo y de manera brusca.
Vance se alió con el millonario de 78 años después de haberlo llamado públicamente «idiota» e incluso de haberse preguntado en privado si no era el «Hitler estadounidense».
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