«Una total falta de respeto» lamentan unos, una dosis de «energía positiva» para otros: el público de Roland Garros no acostumbra a dejar indiferente, aportando ambiente a los partidos pero en ocasiones bordeando o quebrantando las normas no escritas del tenis.
El martes, por ejemplo, la atmósfera era volcánica en la pista N.14 en el final del partido entre el francés Giovanni Mpetshi Perricard y el belga David Goffin. Ese último, ganador del duelo después de tener que enfrentarse a la hostilidad de los espectadores, se llevó la mano a una de sus orejas.
«Cuando te insultan durante tres horas y media, hay que bromear un poco con el público. Claramente, esto va demasiado lejos, es una falta de respeto total. Se convierte en fútbol y pronto habrá bengalas, hooligans y peleas en la grada. Algunos están aquí más para crear lío que para poner ambiente», explicó, revelando que una persona le escupió un chicle.
«Mucha gente se queja, muchos árbitros estiman que hay mucha falta de respeto. Es lo que se escucha en los vestuarios y en las instancias de la ATP», señaló el veterano tenista belga. «Esto no solo pasa en Francia (…) Pero lo de aquí es un ambiente que no es sano», sentenció.
El miércoles, la dirección del torneo recordó a los espectadores la necesidad de mantener buenas normas de conducta: «El público aporta un fervor increíble (…) Pero es evidente que tiene que hacerse con respeto hacia todos los jugadores. Si bien es normal que los aficionados vengan a compartir su entusiasmo y animen a sus favoritos, eso no debe comprometer nunca los valores del tenis y la consideración hacia los jugadores».
Incluso partidos sin jugadores franceses han generado controversia. Este miércoles, después del pulso espectacular que ganó a la japonesa Naomi Osaka con un público en ocasiones indisciplinado, la polaca Iga Swiatek pidió a los espectadores que «apoyen antes de los intercambios, no durante». Puntualizó, eso sí, que le encanta jugar en Roland Garros.
– Momentos eléctricos –
La semana pasada, durante las clasificaciones, hubo otros momentos eléctricos, como cuando el argentino Diego Schwartzman fue abucheado por los espectadores cuando se enfrentaba al local Quentin Halys. El árbitro tuvo que pedir la intervención de los agentes de seguridad.
Los incidentes de este tipo no son nuevos en Roland Garros.
El año pasado, el estadounidense Taylor Fritz fue silbado durante su partido ante el francés Arthur Rinderknech. Finalmente ganó y mandó luego callar al público poniendo un dedo sobre sus labios. Le abuchearon tanto que no pudo realizar la habitual entrevista a pie de pista.
Otros jugadores ‘visitantes’ se lo toman de manera más relajada, como le ocurrió al estadounidense Ben Shelton en su victoria del lunes ante el francés Hugo Gaston.
«Sinceramente, me motiva y me da una energía increíble. Sé que si juego en Francia contra un francés, el ambiente será muy cargado, eso me gusta mucho», afirmó.
«No me gustaría tener que enfrentarme a una situación así», señaló por su parte el griego Stefanos Tsitsipas el miércoles. «Es sorprendente la manera en la que la gente puede comportarse en un deporte de caballeros como es el tenis», dijo.
– Espectadores más jóvenes –
Entre los tenistas franceses, lo habitual es celebrar el gran respaldo que tienen desde la grada cuando juegan en París.
«Eso se transmite, te lleva, afecta al adversario», estima el veterano Richard Gasquet.
Lucas Pouille comentó en Eurosport que cree que «añade algo de pimienta a un deporte que a veces es un poco plano».
«Cuando juegas con un argentino en Argentina, con un chileno en Chile o contra italianos en la Copa Davis, te hacen hasta gestos obscenos. Lo que aquí lo considero bastante calmado», dijo.
Corentin Moutet ganó el domingo al chileno Nicolás Jarry en medio de un ambiente también muy encendido, que él mismo se encargaba de agitar incitando al público a hacer más ruido.
«El público comienza a ser diferente, es más joven. Cuanto más ambiente haya, mejor para el tenis», consideró.
A Jarry le gustó menos: «Es mucho más difícil jugar con público en contra. Lo logré lidiar bien todo el año en Argentina, en Italia, en Miami, pero hoy no pude».
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