La reencarnación es un tema metafísico que no suele preocupar a las grandes potencias mundiales, sin embargo, la del dalái lama, el rostro de Tíbet para todo el mundo, podría desencadenar un acalorado debate geopolítico.
Los budistas tibetanos creen que Tenzin Gyatso, el actual dalái lama de 88 años, es la decimocuarta reencarnación de su líder espiritual, nacido en 1391.
Parece gozar de buena salud y afirma que se ve viviendo hasta los 113 años.
Pero, cuando la diáspora tibetana se prepara para conmemorar este domingo el 65º aniversario del fallido levantamiento contra el poder chino que llevó al dalái lama al exilio en India, surge la cuestión de su sucesión.
Los tibetanos, al igual que China, saben que su desaparición podría perjudicar a la causa de la autonomía del Tíbet, además de privar al mundo de un premio Nobel popular por su humor y enseñanzas.
En el caso de que Pekín concrete su intención de designar a su sucesor, esto podría provocar nombramientos alternativos por parte de los tibetanos establecidos en India.
La AFP analiza el dilema de esta sucesión.
– ¿Reencarnación o emanación? –
Tradicionalmente, la sucesión del dalái lama es el resultado de una búsqueda ritual llevada a cabo por monjes tibetanos. Encontrar señales de que un niño es la reencarnación del líder espiritual de los budistas tibetanos puede llevarles años.
El actual dalái lama, que fue elegido siendo niño según este ritual y vive exiliado en Dharamsala, en el norte de India, desde que huyó de su país en 1959, ha mencionado la posibilidad de una sucesión no tradicional.
Además, ha mencionado la posibilidad de ser la última reencarnación, pero también, por primera vez, que la próxima podría ser una niña.
Pero existe una curiosa alternativa a la reencarnación, en la que el alma del dalái lama regresa al cuerpo de un recién nacido: la «emanación antes de la muerte».
En este caso, según la creencia tibetana, el alma del dalái lama podría transferirse mientras él aún está vivo al cuerpo de un joven sucesor adulto.
– ¿Qué dijo el dalái lama? –
«Es posible para el lama nombrar tanto a un discípulo como sucesor, como a un joven que debe ser reconocido como su emanación», dijo el dalái lama en 2011.
Y anunció que dejará instrucciones escritas esenciales en «su carta predictiva» que los monjes deberán poner en práctica en torno a su 90 cumpleaños, en julio de 2025.
Afirmó que la responsabilidad de elegir a un sucesor «recaerá principalmente» en su fundación Gaden Phodrang Trust, con sede en la ciudad suiza de Zúrich y creada para mantener la tradición y la institución del dalái lama.
«Si muero antes de que los tibetanos recuperen su libertad, es lógico suponer que renaceré fuera del Tíbet», escribe en su autobiografía «Freedom in Exile» (Libertad en el exilio).
«Podría renacer en forma de insecto o animal, o lo que tuviese más valor para el mayor número de seres sensibles», añade.
– ¿Qué prevé hacer China? –
China, oficialmente atea, considera al dalái lama como un separatista y ha indicado claramente que está considerando nombrar a su sucesor, mediante el cual controlaría Tíbet.
Algunos observadores esperan que, con este objetivo, China designe, como ya hizo en 1995, a su propio «panchen lama», tradicionalmente encargado de identificar las reencarnaciones del dalái lama.
Aquel año, China detuvo a un niño de seis años, el prisionero político más joven del mundo según organizaciones de derechos humanos, que había expresado posiciones budistas influyentes. Se desconoce su paradero.
El dalái lama dejó instrucciones claras en 2011 y rechazó de antemano el argumento de China según el cual el nombre de su sucesor debe ser extraído de una «urna de oro», que está en posesión de Pekín.
«No se debe dar reconocimiento o aceptación a un candidato elegido por motivos políticos por parte de nadie, incluida la República Popular China», advirtió.
Y destacó que «es particularmente inapropiado para los comunistas chinos, que rechazan explícitamente incluso la idea de vidas pasadas y futuras (…) entrometerse en el sistema de reencarnación».
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