Murfreesboro-Tennessee.- Los disparos al aire durante celebraciones, una práctica peligrosamente común en algunas comunidades, representan una amenaza más letal de lo que muchos creen. Contrario a la creencia popular, las balas disparadas hacia el cielo no desaparecen en el espacio, sino que inevitablemente regresan a tierra, con consecuencias potencialmente fatales.
«Las balas que se disparan hacia arriba siempre caen en algún lugar, ya sea en el suelo, un vehículo, un edificio o, trágicamente, sobre una persona», explica un experto en balística. Lo más alarmante es que, según estudios realizados, las heridas causadas por balas perdidas tienen una tasa de mortalidad superior a la de los disparos directos.
La explicación es contundente: cuando una bala perdida cae, tiene mayor probabilidad de impactar en la cabeza de las víctimas. A pesar de que estos proyectiles descienden a menor velocidad que cuando son disparados, mantienen suficiente fuerza para fracturar el cráneo y causar lesiones fatales.
Esta práctica, lejos de ser inofensiva como algunos erróneamente piensan, cobra vidas inocentes regularmente. Las estadísticas demuestran que los disparos al aire han resultado en numerosas muertes y lesiones graves de transeúntes que simplemente estaban en el lugar y momento equivocados.
Las autoridades hacen un llamado enfático a la población: lo que sube, debe bajar. Cada bala disparada al aire representa un proyectil mortal en potencia, y no hay celebración que justifique poner en riesgo la vida de personas inocentes.