En 2023, Joseph Dituri, un investigador que también sirvió en la Marina estadounidense durante 28 años, pasó más de 100 días bajo la superficie del Océano Atlántico, a una profundidad de más de 9 mil metros.
Aquel hecho le representó el récord de mayor permanencia bajo el agua sin despresurización, afirmaron medios como BBC en aquella oportunidad.
Ahora, en el podcast Fourth Estate de Florida, Dituri aseguró que el haber pasado tanto tiempo bajo el agua habría alterado su ADN. «Ahora tengo 56 años. Mi edad extrínseca (externa a propósito del estado de la piel, por ejemplo) era de 44 años. Cuando salí del agua, mi edad extrínseca era de 34 años (22 años menos que su edad actual). Así que mis telómeros (protectores del ADN) se alargaron, de hecho me volví más joven cuando estaba bajo el agua», reveló en el podcast.
Según explicó el científico, «en el extremo de tu cromosoma, tienes estas pequeñas extensiones (…) y cada vez que replicas esto, el telómero se encoge, se encoge, se encoge, se encoge, se encoge (…) digamos que obtienes mil réplicas. Eso es todo lo que obtienes. Cuando los telómeros desaparecen, ya no tienes capacidad de replicación, eso se llama muerte celular… Así que esa es realmente la definición de envejecimiento de clase mundial. Pero, si puedes hacer que ese telómero sea más largo, en realidad puedes extender la vida».
Siguió con los detalles y contó que ahora tiene 17 veces más células madre de lo habitual, además de una reducción en su dolor corporal. Sus marcadores inflamatorios se redujeron en un 50%, agregó.
No obstante, resaltó que sus resultados no eran del todo sorprendentes, ya que el tratamiento hiperbárico (con el cual comparó su estadía bajo el mar) se ha utilizado durante cientos de años en pacientes con lesiones cerebrales.
El medio chileno LUN se puso en contacto con Daniel Moraga, académico del Departamento de Ciencias Biomédicas de la Universidad de Tarapacá, quien afirmó que estas afirmaciones de Dituri le parecen lógicas. «Si todas estas mejoras ocurrieron, tal y como afirma el autor, yo le creo», expresó Moraga.
Aldo Martínez, director de Magister de Gerontología para Envejecimiento Activo de la Universidad Autónoma, explicó además que «la exposición a altas presiones de oxigeno también puede tener efectos negativos».
«La presión misma puede afectar la función cardiovascular y neurológica, aunque estos efectos varían según la duración y la intensidad de la exposición», finalizó en la entrevista con el último medio citado.