«¡Presidenta! ¡Presidenta!», grita la multitud al recibir a Claudia Sheinbaum, quien tras un año en el poder goza de altísima popularidad en México pese a los numerosos retos pendientes, que van desde la compleja relación con Donald Trump hasta la brutal violencia del narco.
Miles se agolpan para abrazar, besar y fotografiarse con esta doctora en ingeniería energética de 63 años y exmiembro del Panel Intergubernamental sobre Cambio Climático, que cada fin de semana de septiembre llenó campos de fútbol en todo el país en una maratoniana gira para «rendir cuentas al pueblo».
Casi un año después de su investidura, el 1 de octubre de 2024, Sheinbaum tenía 79% de aprobación, según un sondeo de Enkoll de finales de agosto.
Frente al Palacio Nacional en Ciudad de México, Pedro Partida, aseador jubilado de 69 años, elogia el trabajo de la primera jefa de Estado mexicana, sobre todo por «devolver la autoestima» a las mujeres «en una sociedad donde todavía impera el machismo».
«Aquella frase de ‘calladita te ves más bonita’, ¡en México ya no!», asevera la presidenta con su voz calma pero firme en un video de redes sociales con cierto toque de arte pop. «Las niñas se me acercan y me dicen ‘Yo quiero ser como tú de grande, ya no quiero ser princesa, quiero ser presidenta'», explica en otro spot.
– Olfato político –
Esta licenciada en física, hija de un químico y una bióloga de renombre, «tiene una forma de proceder científica, basada en datos y hechos, y pide que sus colaboradores presenten resultados en plazos concretos», dice a AFP una diplomática europea.
Su política está marcada por una autoimpuesta disciplina que, según ella misma, aprendió de pequeña gracias al ballet clásico que practicó durante 14 años.
Y también por una cautela que le ha permitido manejar con habilidad al imprevisible Trump, despertando la admiración del mundo, pero que le vale críticas internas por su tibieza en la escena internacional.
«Le costó mucho trabajo decir la palabra genocidio» en relación con Gaza, critica Partida.
Según el analista Carlos Bravo, se debe a un «olfato político» que la llevó a no posicionarse sobre el conflicto israelo-palestino antes de tiempo para «evitar problemas».
Tampoco acudió a la asamblea general de la ONU y «hasta ahorita no se prevé que asista» al G20 de noviembre en Sudáfrica, señala a AFP uno de sus colaboradores.
«La política interna es claramente la única cancha que le importa», afirma el analista político sobre esta mujer de mirada penetrante que no duda en recorrer las calles parada sobre el estribo de su auto oficial para dirigirse a los mexicanos siempre con una cálida sonrisa.
En su camino tiene, sin embargo, grandes piedras que sortear, incluidas la violencia del narco y la corrupción.
– Presión de Trump –
Ella celebra la disminución de homicidios, pero «las desapariciones con Claudia Sheinbaum han crecido», señala Bravo.
En sus primeros 11 meses, se reportaron 13.547 desapariciones, según el Registro Nacional de Personas Desaparecidas y No Localizadas, muchas de ellas víctimas del reclutamiento forzoso y la violencia de los cárteles. En el mismo periodo de 2024, las víctimas de desaparición fueron 13.106. En 2023, 10.315.
El experto lo achaca a la dificultad de revertir una política laxista con los criminales de su predecesor Andrés Manuel López Obrador, fundador del partido izquierdista Morena, con el que Sheinbaum se convirtió en alcaldesa de Ciudad de México en 2018.
Esto ocurre pese a que «los decomisos de droga, aprehensiones de campos, incluso abatimientos, operaciones de inteligencia contra el crimen organizado se ha multiplicado muchísimo con ella», precisa.
Allegados del anterior presidente están involucrados además en graves escándalos de corrupción, incluida una multimillonaria red de tráfico ilegal de combustible.
Sheinbaum enfrenta la delicada tarea de preservar al partido al tiempo que lucha contra esto, «porque tiene a Estados Unidos encima exigiendo que haga más», agrega.
«No hay gobierno que esté cooperando con nosotros más en la lucha contra la criminalidad que el gobierno de México», afirmó el secretario de Estado, Marco Rubio, recordando la entrega este año de 55 narcos mexicanos a las autoridades estadounidenses.

Un partidario apoya a la nueva presidenta de México, Claudia Sheinbaum, el 1 de octubre de 2024 en el Zócalo de Ciudad de México
Sheinbaum hace concesiones porque «México no tiene a dónde ir si rompe con Estados Unidos», dice Bravo.
Pero Trump exige más resultados contra el narco bajo la amenaza de aranceles en noviembre, cuando termine una moratoria de 90 días obtenida por la presidenta. Y renegociar el T-MEC, el tratado de libre comercio entre Canadá, Estados Unidos y México.
Las exportaciones al vecino del norte, 83% del total, representan casi un 33% del PIB mexicano.
Aunque la presidenta busque avanzar, para algunos las piedras están en sus propios zapatos.
«Desafortunadamente algunos subalternos hacen como que trabajan, pero no», critica Valery Flores, una joven mazahua de 25 años que, frente al Palacio Nacional, vende muñecas de trapo con el rostro de Sheinbaum y denuncia «todavía mucha discriminación» hacia los indígenas a pesar de las palabras.
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