Manhattan, NYC.- El pasado lunes, Manhattan fue escenario de un trágico tiroteo en el vestíbulo de un edificio de oficinas que alberga la sede de la NFL, donde un hombre armado abrió fuego, matando a cuatro personas antes de quitarse la vida. Entre las víctimas se encontraba el oficial de policía fuera de servicio Didarul Islam.
Las autoridades identificaron al agresor como Shane Tamura, originario de Las Vegas, quien dejó una nota en su cuerpo en la que indicaba sufrir una enfermedad cerebral vinculada a golpes repetidos en deportes como el fútbol americano. En el mensaje se quejaba de la NFL, y expresaba su deseo de que su cerebro fuera analizado después de morir. Tamura había practicado fútbol americano en su juventud, aunque nunca llegó a formar parte de la liga profesional.
Según las investigaciones, el atacante pretendía dirigirse a las oficinas de la NFL en el edificio, pero tomó por error un ascensor que lo condujo a otro piso, donde continuó con su ataque antes de suicidarse. El comisionado Roger Goodell calificó el hecho como un acto de violencia indescriptible, agradeciendo la labor de las fuerzas del orden y el sacrificio del oficial fallecido.
El tiroteo tuvo lugar sobre Park Avenue, en las cercanías del Grand Central Terminal y del Rockefeller Center, una zona de alta actividad empresarial que también ha sido testigo de otros hechos violentos recientemente.
La policía informó que Tamura padecía trastornos mentales y que llegó a Nueva York poco antes del ataque, lo que dificulta el rastreo de sus pasos previos. El caso ha reavivado el debate sobre el acceso a armas de alto poder en estados con regulaciones laxas que contrastan con las restricciones en ciudades como Nueva York.