Cruentos enfrentamientos entre guerrillas de Colombia completaron el domingo cuatro días en la frontera con Venezuela, dejando al menos 80 muertos y miles de desplazados en medio de operaciones militares para proteger a los civiles.
«Tenemos un resultado que es muy triste: más de 80 personas asesinadas, más de 20 heridos», expresó en un video William Villamizar, gobernador del departamento de Norte de Santander.
Hay «personas que ha tocado sacarlas de la región por vía aérea para poder preservar su vida», añadió.
Unas 5.000 personas huyeron de sus tierras en la región del Catatumbo (noreste) por los choques entre rebeldes del Ejército de Liberación Nacional (ELN) y de disidencias de la extinta FARC que se negaron a firmar la paz en 2016.
En la región montañosa y plagada de narcocultivos se han registrado unos cinco combates, pero «lo demás han sido acciones de sicariato» de los rebeldes del ELN que van «con lista en mano» buscando a quiénes quieren asesinar, explicó a la prensa el comandante del Ejército, general Luis Emilio Cardozo.
Aterrorizados por la violencia, decenas de colombianos y venezolanos cargando apenas sus mochilas huían el domingo en gabarras improvisadas hacia Venezuela, donde el gobierno activó un «operativo especial» para atender a los desplazados en dos municipios fronterizos, constató la AFP.
La venezolana Anyeeris Manzano, de 20 años, cruzó el río limítrofe Tarra para volver a su nación, de la que escapó hace seis años por la crisis económica y social.
«Me da miedo que haya un enfrentamiento y que uno esté por ahí también, los hijos de uno», declaró la joven a la AFP. «Es triste tener que uno huir por las guerras», añadió.
Con la esperanza de que cese el conflicto para regresar a sus poblados, varias miles de personas se refugian en Tibú, el municipio colombiano con más narcocultivos del mundo, según la ONU, y con unos 60.000 habitantes.
– «Zozobra por la guerra» –
La guerra también expulsa a los colombianos hacia Venezuela.
«A uno como colombiano, le da dolor dejar su país», dijo Geovanny Valero, un agricultor de 45 años que añora «se componga» la situación en el convulso Catatumbo para regresar.
Combates, asesinatos selectivos, terror. La región fronteriza está bajo el fuego desde el jueves, con la población civil de por medio.
«Fue una acción criminal muy bien elaborada», detalló el general Cardozo.
Más de 5.000 soldados se desplegaron «para reforzar la seguridad de Norte de Santander», a cuya capital, Cúcuta (limítrofe con Venezuela), arribó el domingo el ministro de Defensa, Iván Velásquez, para liderar la ofensiva militar contra las guerrillas.
Escoltados por uniformados y en helicópteros, algunas familias con niños eran evacuadas de poblados en guerra, según imágenes difundidas por el Ejército.
Debido a la embestida del ELN, el presidente Gustavo Petro ordenó el viernes suspender las negociaciones de paz con esa guerrilla, a la que acusó de perpetrar «crímenes de guerra».
La colombiana Jenny Díaz, de 36 años, huyó hacia Venezuela con sus dos hijos, una hermana y tres sobrinos.
Con su mano en el pecho explica que escapó «por todo el miedo que se siente, la zozobra por la guerra que hay entre los grupos armados».
«Los más perjudicados somos nosotros, los civiles, los que no conocemos ni de un lado ni de otro», lamentó la profesora de Tibú.
– Corredores humanitarios –
El viernes, autoridades informaron que en otra región del norte del país, el ELN sostuvo enfrentamientos con el Clan del Golfo, el mayor cartel de la droga. El balance: nueve muertos, para un total de casi 90 en todo el país.
En Tibú y otros municipios, los militares resguardan imprevistos albergues, a donde llegan toneladas de alimentos.
«La prioridad es salvar vidas, protegerlas y llevarles la ayuda que necesitan», dijo el ministro Velásquez.
El jefe del Ejército anunció el comienzo de una «segunda fase» de la ofensiva militar que consiste en «ocupar las zonas críticas» para replegar a los rebeldes.
Ante el conflicto, las clases fueron suspendidas en todo el Catatumbo y varios centros de educación, convertidos en refugios. El área de la salud está en alerta naranja.
El gobernador Villamizar llamó a las guerrillas a que «cesen los enfrentamientos, respeten los derechos humanos y habiliten corredores humanitarios que permitan a las familias desplazarse sin poner en riesgo sus vidas».
Con más de 50.000 hectáreas de cultivos de coca, combustible del prolongado conflicto armado, el Catatumbo es símbolo de la guerra interna que en seis décadas deja más de 9,5 millones de víctimas, la mayoría desplazados.
Petro apuesta por una salida negociada al conflicto, pero tras dos años y medio de gobierno pena para llegar a acuerdos con los grupos armados.
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