Washington, D.C.- La administración del presidente Donald Trump puso en marcha una nueva avanzada militar en el Caribe bajo el nombre de “Operación Lanza del Sur”, una iniciativa que busca“expulsar a los narcoterroristas del hemisferio occidental”.
El anuncio fue realizado por el secretario de Guerra, Pete Hegseth, quien confirmó que la operación será liderada por el Comando Sur (SOUTHCOM) y la Fuerza de Tarea Conjunta Southern Spear, con un enfoque marítimo y aéreo.
La misión incluye patrullajes intensivos, vigilancia aérea, intercepciones de precisión y cooperación con países aliados para desmantelar redes de narcotráfico en la región.
Uno de los movimientos más llamativos fue el despliegue del portaviones USS Gerald R. Ford, el más moderno de la flota estadounidense, frente a las costas venezolanas.
Este gesto ha sido interpretado por Caracas como una provocación directa. En respuesta, el gobierno de Nicolás Maduro ordenó una movilización masiva de tropas y civiles, incluyendo ejercicios militares con unidades aéreas, navales y terrestres, así como el despliegue de baterías antiaéreas en puntos estratégicos del país.
La operación también ha tenido repercusiones diplomáticas en la región. En Colombia, el presidente Gustavo Petro —quien enfrenta sanciones por parte de Washington— suspendió temporalmente el intercambio de inteligencia, aunque luego condicionó su reanudación a garantías de respeto a los derechos humanos. México, por su parte, acordó reforzar la vigilancia marítima en aguas internacionales cercanas a su territorio, en coordinación con la Secretaría de Marina, para evitar incidentes con las fuerzas estadounidenses.
Según fuentes oficiales, la operación ya ha resultado en más de 75 muertes durante acciones contra embarcaciones sospechosas en el Caribe y el Pacífico. El Pentágono ha defendido la ofensiva como una medida necesaria para proteger a Estados Unidos del flujo de drogas que, aseguran, “está matando a nuestra gente”.
La “Operación Lanza del Sur” marca un punto de inflexión en la política de seguridad regional de Estados Unidos, con implicaciones geopolíticas que podrían redefinir el equilibrio militar en América Latina.



