Un ingenioso joven encontró una forma de financiar su boda al vender espacios publicitarios en el traje que usaría el día de su boda.
De esta forma, Dagobert Renouf logró que 26 startups pagaran por colocar sus logotipos en su esmoquin, recaudó alrededor de 10 mil dólares. De esta cifra, destinó cerca de 5,500 dólares para la confección del traje a su medida y otros 2,500 dólares para impuestos, quedando con un ganancia de cerca de 2 mil dólares, según se detalla en la revista Merca2.0.
El caso ha dado la vuelta al mundo y plantea preguntas interesantes sobre el equilibrio entre lo personal y el marketing, tal y como expresaron algunos internautas.
«¡Qué loco! Me encanta. ¡Felicidades, amigo! Espero que sean felices para siempre», «¡Genial! (Quizás me arrepienta un poco de haber rechazado una plaza en FounderStack) ¡Felicidades! Se ven felices y están increíbles con ese reloj Seiko de $10,000», «Deseo que recuerdes ese viaje tan loco con una sonrisa. Mucha suerte en tu nuevo camino en la vida», «No importa qué, eres genial y me hiciste sonreír. ¡Lo lograste!», «Tradicionalmente, esto es un gran desaire al padre de la esposa, que se supone debe encargarse de la boda», «¡Me da muchísima pena la chica, Dios mío!», se lee entre las diversas reacciones.



